El
polémico debate del voto a los 16 llegó a su fin el 31 de octubre y, la
iniciativa impulsada por el Frente para la Victoria que habilita a los jóvenes de entre 16 y 18 años a votar desde 2013 para
las categorías de candidatos provinciales, fue finalmente aprobada. Las
discusiones fueron extensas y hubo posiciones encontradas, pero con 131 votos a
favor, dos en contra y una abstención fue un claro triunfo para aquellos
alineados al gobierno. Si bien, los motivos por los cuales los diputados se
manifestaron a favor fueron claros, los de aquellos que se resistían a esta
modificación eran confusos e
indefinidos, dejándonos detrás una duda:
¿a qué se oponían los opositores?
Quienes
promovían este cambio radical aseguraban que el principal objetivo de esta
medida era ampliar la base electoral de la democracia y así extender los
derechos políticos, pero aquellos que se manifestaban en contra sostenían que,
al no ser obligatorio el voto, favorecía
al oficialismo que se esmeró por abrir la participación juvenil a través de
La Cámpora. Así
mismo y, con esta idea en mente, los opositores presionaron para que la cita
electoral para los jóvenes de 16 años sea ineludible, con el afán de diluir esa
posible influencia K sobre el nuevo universo de votantes que se movilizaría
para concurrir a las urnas.
Por
su parte, la diputada por la Coalición Cívica Elisa Carrió afirmó que: “Los
adolescentes tienen que resolver cuestiones importantísimas, como su vida
sentimental, qué van a estudiar o de qué van a trabajar. Nuestra generación
quiso ser grande, y gran parte de esa generación fue víctima. Es bueno
reconocer que nos atropelló la vida. Para qué queremos que la vida atropelle a
nuestros hijos”.
Por
otro lado, en su discurso, el radical
Mariano Negri vicepresidente segundo de la Cámara Baja , cuestionó el
carácter optativo del voto a los 16 por considerarlo “un atajo constitucional”,
y sostuvo que el hecho de “que el voto sea obligatorio” aporta a la “madurez de
nuestros jóvenes”.
Por
último, cabe destacar que algunos diputados iban a votar a favor como los del
binnerista Frente Amplio Progresista
(FAP). Pero decidieron no quedarse durante la sesión en repudio a un violento
ataque de Larroque, que calificó de “narcosocialistas” a los representantes de
ese sector, en obvia alusión a la crisis que generó la detención del ex jefe de
policía de Santa Fe Hugo Tognoli. No sólo eso, sino que además Larroque acusó a
los opositores en general de ser “esclavos de las corporaciones”.
Sin embargo, y como parece estar sucediendo desde el mandato de Cristina Fernandez de Kirchner, la oposición no se pudo unir ni consolidar, haciendo que sus críticas y reclamos caigan en oídos sordos.
María Eugenia Schiavoni, estudiante independiente de Comunicación Social en nuestra facultad, concuerda con lo dicho anteriormente y afirma: “En este país nunca existe una opinión de la oposición lo suficientemente sólida como para oponerse a la oficial y obtener apoyo de los ciudadanos” y asegura que para que sus opiniones fueran escuchadas se necesitaba de “consenso y claridad”.
Tomando una perspectiva oficialista Martín Candela, estudiante de Ciencias Políticas y militante del “Movimiento Evita” en la UNR, agregó que las ideas de la oposición eran difusas y que “la mayoría de los bloques dio libertad de elección a sus legisladores. Hubo quienes estuvieron a favor y acompañaron desde la oposición al proyecto totalmente o por partes”. Fue por esta falta de coherencia que, a su parecer, no se logró conseguir la mayoría de votos.
A su vez, con una mirada más crítica y profesional, Matías Giannoni politólogo recibido de la Universidad Torcuato Di Tella, asevera en una entrevista que son varios los motivos por los cuales la oposición es débil en la actualidad. Por un lado el problema discursivo donde “la oposición la mayoría de las veces declara tener objetivos concurrentes a los del oficialismo, o el oficialismo a los de la oposición: ambos hablan de desarrollo, crecimiento, industrialización, inclusión social, progresividad, etc.”, haciendo que su posición en general sea difusa. A éste se le suma “un contexto de relativa debilidad parlamentaria, de desinstitucionalización de los partidos, de bajo arraigo territorial y la falta de los instrumentos organizacionales característicos que definen a una maquinaria partidaria” que tiene como consecuencia que los partidos políticos en contra del oficialismo no puedan estar fuertemente consolidados como tales.
Desde la Franja Morada, y tratando de esclarecer algunas ideas mencionadas anteriormente, Juan Manuel Amatta (estudiante de Comunicación Social y militante en la ya mencionada agrupación) dijo: “Estamos de acuerdo con el voto a los 16 años. Reivindicamos este derecho, ya que somos el partido que siempre ha luchado por extender la ciudadanía, desde nuestros orígenes” y menciona que con lo que no están de acuerdo es “con la visión que se le dio a este proyecto de ley en particular” ya que creen que el voto debería ser obligatorio, no optativo, que es lo que le daría el “toque democrático”.
En conclusión y, tomando en cuenta las declaraciones anteriormente citadas, podemos decir que la falta de organización e ideas claras por parte de aquellos no oficialistas se vio notoriamente reflejada en su derrota durante la discusión del voto a los 16.
A su vez, con una mirada más crítica y profesional, Matías Giannoni politólogo recibido de la Universidad Torcuato Di Tella, asevera en una entrevista que son varios los motivos por los cuales la oposición es débil en la actualidad. Por un lado el problema discursivo donde “la oposición la mayoría de las veces declara tener objetivos concurrentes a los del oficialismo, o el oficialismo a los de la oposición: ambos hablan de desarrollo, crecimiento, industrialización, inclusión social, progresividad, etc.”, haciendo que su posición en general sea difusa. A éste se le suma “un contexto de relativa debilidad parlamentaria, de desinstitucionalización de los partidos, de bajo arraigo territorial y la falta de los instrumentos organizacionales característicos que definen a una maquinaria partidaria” que tiene como consecuencia que los partidos políticos en contra del oficialismo no puedan estar fuertemente consolidados como tales.
Desde la Franja Morada, y tratando de esclarecer algunas ideas mencionadas anteriormente, Juan Manuel Amatta (estudiante de Comunicación Social y militante en la ya mencionada agrupación) dijo: “Estamos de acuerdo con el voto a los 16 años. Reivindicamos este derecho, ya que somos el partido que siempre ha luchado por extender la ciudadanía, desde nuestros orígenes” y menciona que con lo que no están de acuerdo es “con la visión que se le dio a este proyecto de ley en particular” ya que creen que el voto debería ser obligatorio, no optativo, que es lo que le daría el “toque democrático”.
En conclusión y, tomando en cuenta las declaraciones anteriormente citadas, podemos decir que la falta de organización e ideas claras por parte de aquellos no oficialistas se vio notoriamente reflejada en su derrota durante la discusión del voto a los 16.
Carrere Gómez, Rafaela
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